La sensei Ninfa Álvarez asumió el desafío de liderar el club y destaca el compromiso y dedicación de jóvenes que luchan por ganarle el combate a las precariedades.
Hace 20 años atrás, Ninfa Álvarez no lo dudó y asumió un gran desafío: hacerse cargo del Club de Judo La Pintana. Una decisión importante porque se atrevía a trabajar en una comuna marcada por el estigma de la pobreza y delincuencia. Pero ella no le temió a nada.
La oportunidad le llegó de casualidad. Ella fue a acompañar a una colega que era la designada. Pero no duró más de dos meses. “Me dijo que no era capaz, que le daba mucho miedo. Y claro, si no tienes personalidad, los chiquillos te pueden desafiar. A mí nada me importó cuenta”.
El pasado 12 de junio se cumplieron dos décadas desde que trabajan en una sala en el estadio municipal. Hasta antes de las prohibiciones de entrenar por el coronavirus, el club tenía cerca de 45 alumnos, los que van desde los 7 y hasta los 71 años que tiene el de más edad.
“Es una gran herramienta de distracción. Ellos encuentran una forma de vida mucho más saludable y se van rescatando condiciones de ellos. Me han tocado alumnos complicados en conducta, con personalidades muy fuertes, pero está en uno saber controlar eso. Es gratificante ver a algunos con problemas y que logran salir adelante, sacar una carrera, casarse. Y el judo los ha ayudado mucho”, relata la sensei.
En sus 20 años a cargo del club, Ninfa Álvarez ha visto de todo. “Tenía un chico que tenía problemas de temperamento, agresivo, pero era por una cuestión social, y se encaminó. Era de los que a cada rato llamaban a los apoderados porque les pegaba a los compañeros. Trabajamos eso en él y después de un tiempo la psicóloga me mandó felicitaciones porque se ha hecho un trabajo espectacular con él. Pero también, lamentablemente, el 2000 hubo un chico que no lo pude rescatar. Cayó en la droga y luego falleció por una pelea. Hay algunos que no vienen a entrenar y yo voy a sus casas a buscarlos”.
La sensei recalca que no tiene miedo. Vive en San Miguel y viaja en metro y micro para llegar a La Pintana. “Los chiquillos son super agradecidos, el alumno es el reflejo del profesor. He tenido la posibilidad de ir a otras comunas, que me pagan más, que no hay tanto riesgo, pero lo mío es vocación, esos chicos que están ahí necesitan de uno, para llegar a ser unas buenas personas”.
Álvarez fue una destacad judoka. De hecho, el año pasado fue campeona sudamericana y panamericana en la categoría Master. Además ha ganado el premio a Mejor Judoka que entrega el Círculo de Periodistas Deportivos.
Carolina Garrido, presidenta de la Federación de Judo de Chile destaca que “gran historia es la del Club de Judo La Pintana. ¿Cómo no serlo?, si a la cabeza de él se encuentra una de las mejores judokas de nuestro país. Mujer con tremendo carácter, competitiva, disciplinada, aguerrida, luchadora, comprometida, desafiante, esforzada, generosa, bondadosa, en fin, sin duda una gran mujer y sensei. No imagino a otra persona aceptando y liderando este desafío”.
La dirigente agrega que “cada integrante del Club de Judo La Pintana es una persona que ha puesto su confianza en este deporte, reforzando la esperanza que los cambios son posibles a través de distintos caminos, como el Judo por ejemplo, con toda la nobleza que nos entrega esta disciplina. Loable el esfuerzo que realizan. Es visible observar que su sensei ha traspasado su positivismo, sus ganas de seguir avanzando siempre a paso firme y con desición. Por supuesto que han sido muchas las vivencias en estos 20 años; situaciones tristes y dolorosas los han fortalecidos; han competido con gran actitud en campeonatos, demostrando lo aprendido de su sensei”.
“Compartir con ellos en algunas oportunidades, al término de un torneo, escuchar sus relatos, el compromiso que mantienen con su Club, ha sido muy motivador para seguir trabajando. Felicitarlos sinceramente por su historia, por la perseverencia, por el trabajo realizado y porque sean muchos años más de vida para el Club de Judo La Pintana junto a su querida sensei”, cierra la presidenta.
